Un blog escrito desde Bilbao, para hablar de las cosas que pasan, de salir con niños, de qué hacer un domingo lluvioso, de libros, de si combinar o no el bolso con los zapatos, para reírme de las pequeñas anécdotas que nos deja cada día, de todo en general... Sobre todo, un blog para aprender de qué va esto de los blogs...
martes, 17 de abril de 2012
Semana Santa II: Córdoba
Y seguimos con el viaje de Semana Santa, capítulo II:
NOCHES 2ª, 3ª, 4ª Y 5ª: CÓRDOBA
Nos alojamos en el Hotel, agarrarse que viene el nombre, Los Abetos del Maestre Escuela (www.hotelabetos.com). Que decían que está a quince minutos de Córdoba, en la sierra, y no digo yo que no, pero realmente no sales de la ciudad para llegar, aunque sí hay que alejarse tres kilómetros del centro, más o menos.
Es una casa de indiano con 32 habitaciones, dos de ellas cuádruples y el resto dobles con posibilidad de supletoria. Estas últimas no muy generosas, aunque algunas son mayores que otras. Las cuádruples son grandes, con un solo baño.
El hotel está un poco trilladito, parafraseando a uno de los participantes de la excursión, pero tiene indudables ventajas: tiene campos de fútbol y futbito de césped artificial, con red hasta por encima en el caso de los últimos, que pueden usarse previa reserva, sin cargo. O sea, el elemento de chantaje que todo progenitor necesita para este tipo de viajes. Además tiene jardines con terraza donde tomarte una cervecita, está rodeado de verde, y piscinas exteriores en verano, que ahora estaban cerradas. El salón social parece talmente el de un club de jubilados, con unas mesitas, sus sillitas, un par de sofás y la tele. Pero tiene juguetes para bebés y niños, libros... está justo enfrente del restaurante (más bien comedor) y puedes dejar a las fieras que cenen y se vayan, lo cual ellos y nosotros agradecimos mucho.
La gente es muy amable, y puedes cenar casero fuera de carta, que con los niños se agradece. Los desayunos van algo justos. Les hacíamos repetir y repetir de algunas cosas, pero no hubo problema. De precio fenomenal.
Córdoba es chulo. Hay muchas cosas para ver, aunque lamentablemente todo está muy destinado al turismo, lo cual se entiende, y ahora si vas por el casco viejo sólo puedes comprar abanicos, peinetas, camisetas y delantales con volantes. Pero da para mucho.
Circular en coche por Córdoba, ni con GPS, es un potorro de cuidado. Hay calles cortadas, obras, mala señalización... Íbamos cuatro coches, quedamos en un parking de una calle concreta, y ninguno conseguimos llegar a él. Aparcamos donde pudimos. Uno de los coches en la judería, luego se encontró una procesión, lo desviaron por calles tan estrechas que tienen escarbadas las paredes para dejar sitio a los retrovisores, y los de mis amigos iban justos ¡plegados! Tiene un coche largo y grande, pero el mío directamente no habría conseguido maniobrar. Así que mejor buscar un aparcamiento cómodo.
Nosotros al final encontramos que uno que está junto a un cementerio, y que no es subterráneo sino entoldado (¡!) era el más cómodo. Creo que estaba frente a una estatua de un árabe, pero no me quedé con el nombre. Abucena, quizás. Cuando Iratxe entró al aparcamiento por primera vez, le dice el guarda uhtedeh qué quieren, párkin o sementerio? Uf caballero, si puedo elegir prefiero párking... y entonces p'a la derecha la mandaron. La verdad que muy fácil para llegar y salir.
Pues ya estás allí, alojado y aparcado, y ya es lunes. Y todo cierra los lunes: museos... ergo... hay que visitar iglesias, obviamente. Y of course no hay que perderse ante todo la Mezquita Catedral, porque es un lugar maravilloso que todos hemos visto en los libros de texto y aunque sólo sea por chulería, pues hay que ir. Y allí descubrir que lo que parecía una sala grande con arcos preciosos es en realidad enorme-enorme, con más de 500 columnas, y entre pilares y tal y cual en realidad más de 600. Bien iluminada, con sus colores... es preciosa. Merece la pena mil veces verla. Antes hay que pasar por un jardín lleno de los naranjos típicos allí, pero que tanto nos chocan a los de aquí.
También hay una Real Escuela Ecuestre, o un nombre así. Vimos el espectáculo con los críos. Avisando que vas con niños te hacen pasar por una puerta diferente. Hay que ir con tiempo y así pasas primero y eliges lo mejor. Se trata de dos filas que está a ras de pista, la segunda elevada sobre la primera. Todo el espectáculo se ve mucho mejor, aunque si vas arriba a lo normal también se ve perfectamente. Aquí, mucha atención a quien como yo sólo sepa de los caballos lo justo para no confundirlos con burros o gatos: los caballos, por muy romántica que sea la estampa, por muy bonitas que les peinen las colas, por muy bien que queden bailando con la flamenca.... los caballos, damas y caballeros... babean. Echan espumarajos por la boca que se les quedan colgando blanquitos y espumosos, y cuando pasan cerca de esta primera fila haciendo sus piruetas a ritmo de trotecillo alegre, quieras que no salpican. Y si pasan siete veces, por dos caballos en un mismo número, a la séptima el caudal babuno ya es de no te menees, y como resultado algunos de nuestros niños, a los que ignorantes nosotros habíamos sentado en primera fila, y nosotros detrás por aquello de mantener el orden..., al tema: alguno de nuestros niños pasó una parte del espectáculo encaramado a la silla, recogido en sí mismo cual urraca introvertida, exclamando con esa vocecita chirriante taaaan de niñA (en este caso, de DOS niñas) puahhhhh qué ascooooooo babaaaaaaas!!!!!!!!! Mientras yo, el colmo del ejemplo, me ahogaba de risa con una clara falta de respeto hacia el espectáculo, por le demás muy bonito.
Cuando el caballo, además de babear, experimenta el ya clásico e inoportuno apretón escénico, no hay que creer de ninguna manera que tendrá la cortesía de buscar un sitio íntimo ni una hojita de árbol para limpiarse. No. El caballo es capaz de hacer dos cosas a la vez, incluso tres, y puede hacer el numerito, babear y cagar alegremente trotando por la arena, mientras la voz en off te dice que el número evoca el regreso del hombre desde la dehesa a casa, donde la mujer le espera deseosa de proporcionarle los cuidados y mimos y el merecido descanso, o algo así. Aquí, a las niñas-urraca, las babas, el mokordo equino y la voz en off hay que sumar los sofocados (casi) gritos de apoyo y satisfacción del sector macho adulto del grupo, que entre oleins y arsas nos decían que había que mudarse a Andalucía y comprarse una dehesa, y algo de la mujer sumisa en casa y tal y cual. Yo en este punto creí que la cosa no daba para más, pero dio, y vaya si dio cuando a la pobre chavala que bailaba en la arena le veías mirando el suelo de reojo para no pisar los ñordos -quien no lo sepa, ha de aprender hoy que los caballos cagan en bolas, y si cagan mientras corren su capacidad de extender aquello por la pista es casi ilimitada- ni barrerlos con la cola del vestido.
Disparidad de criterios. A mí el espectáculo me dio pena, porque la doma clásica me la da desde la ignorancia y porque no le veo yo la utilidad de volver loco al bicho para hacer pirindolitas en una pista, pero hubo en el grupo a quien le encantó.
Hay que verlo una vez al menos para opinar...
En Córdoba también está la Medina Azahara. No está lejos de la ciudad, pero hay que ir en coche. Llegas al centro de recepción de visitantes y allí dejas el coche, porque en la entrada de la Medina no hay párking. Ahí está el primer truco, que no se sabe por qué no hay párking allí. Nosotros vimos la entrada, el museo, un vídeo pagado por el Aga Khan que se quedó muy corto, y decidimos partir andando los dos kilómetros que hay hasta la entrada. Que hay que tener huevos para poner el aparcamiento a 2 km.
Pues error. Es una carreterita de KK, sin arcén, sin aceras. No se puede ir con niños, desde luego, y hace falta tener muchas ganas de andar para ir incluso sin ellos. Total, que la entrada a la Medina es gratuita pero el autobús que hábilmente hace esa laaaaarga ruta por euro o euro y medio no lo es.
Y la Medina es, básicamente, un solar. Un palacio que se construyó para impresionar, y que el vídeo del Aga Khan muestra en todo su esplendor, pero omite completamente las razones por las que el palacio nació y murió en sólo ochenta años. Hoy, es básicamente un solar, con algunas paredes reconstruídas hasta media altura para hacerse una idea, y no hay que tener esperanzas de ver mucho más. Piedras y piedras tal cual. Tres arcos que se aguantan en pie, y algunas cosas reconstruídas que si lees la información se "cree" que eran así, pero no se sabe fijo. Escalerita parriba y escalerita pabajo, aunque es poco cansado verla y se pasa un rato agradable. El personal de la entrada, encantador. Lo mejor de la visita.
Ah, y quisimos hacer picnic pero olvidarse. Ni una mesa. Dijeron que abajo, donde la recepción de visitantes, pero yo no las vi.
Pues si vas a Córdoba hay que decir que has visto la Medina, y si tienes tiempo cómo no ir, pero si se anda justo es 100% prescindible.
Otro lugar que hay que ver es el Alcázar de los Reyes Cristianos. Mis amigos salieron muy contentos, pero yo no pude verlo, porque llovía, eran mogollón de escaleras, la bebé dormía en el carrito, la mochila para la bebé estaba en el coche, y me entraron llamadas de trabajo que no podía dejar de atender. Total, me quedé con el bebé, el carrito y los paraguas. Fues muy gracioso, porque el macizo salió a darme los paraguas, y después volvió a entrar. Justo detrás de él entraba un grupo de turistas ruso, con una guía oronda con chubasquero rosa, y muy chivata la tía. Porque de la que entraba su grupo, vio al macizo entre la gente y pensó que se estaba colando, y se puso a dar alaridos diciendo, literalmente, ALARRRMA, ALARRRMA, ENTRRRA UN SEÑORRR QUE NO HA PAGADO Y NO ES DE NUESTRRRRO GRRRRUPO, EL DE VERRRRDE NO ES DE NUESTRRRO GRRRRUPO, ALARRRRMA. Claro, me dio la risa. Pero me callé, porque hay anécdotas que no tienen precio. El atontao del guarda, que había estado girando sobre su eje varios minutos, que había visto que comprábamos entradas para todos y yo, con la mía pagada, no entraba, y que había visto al macizo salir y darme los paraguas, de repente se activa y sale disparao a ver si el macizo se ha colao o ha robao alguna de las joyas de la corona, o algo. El otro pobre, que no sabe lo que ocurre, se encuentra con que le piden la entrada, la enseña y se va sin más. Y la gorda con su alarrrrrma. Y al salir la tía todavía les dice a los de la puerta que no sabía si había hecho bien la visita ni si había contado todo bien, porque con la alarrrrrrma de señorrrrrr de verrrrrde que no había pagado se había sentido un poco confussssa.
Hay peña pa todo.
El casco antiguo de Córdoba es muy bonito para callejear. Comimos un par de días en LOS PATIOS, donde algunos camareros vienen de países del este, y hablan español con acento del este y acento cordobés a la vez. Inimitable, oiga. Súper agradables. Los Patios tiene al lado una placita con una fuente (fuente + niños, ¿pa qué quieres más?) y sin coches. Nos reservaban mesas, hay trona, y sale el cocinero a contar chistes. Se come bien-bien-bien.
Y próximamente el capítulo III: Granada.
PS: foto de la Medina Azahara. Que no se diga. Algunas cosas en pie ya tiene, pero no es una Medina. Una medinilla igual...
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