Un blog escrito desde Bilbao, para hablar de las cosas que pasan, de salir con niños, de qué hacer un domingo lluvioso, de libros, de si combinar o no el bolso con los zapatos, para reírme de las pequeñas anécdotas que nos deja cada día, de todo en general... Sobre todo, un blog para aprender de qué va esto de los blogs...
miércoles, 7 de marzo de 2012
¡¡me pido dos horas!!
Parece que veo ya luz al final del túnel, lo cual puede significar bien que la retina se está yendo al garete porque me estoy ya quedando sin oxígeno, bien que toooooda la familia se está recuperando del bicho inmundo que tuvo a bien colarse entre nosotros últimamente.
Por mi parte, como el macizo ha dejado de penar por la casa con cara de haber visto a la Santa Compaña (gallegos, please, ¿esto era así, no?) y ha regresado de entremundos, pues quieras que no me he quitado un cuidado y me siento más liviana. Los niños siguen a lo suyo, ama me duele el ganglio (los tengo enseñaos, padres del mundo: ¡no les enseñéis!!!!), ama dame jarabe, pero les hago el caso justo y me dan, entre los tres, menos guerra que su magnífico hacedor, verbigracia el macizo.
Yo, entre que me muero y me matan estos, me voy recuperando de la sinusitis que me he diagnosticado como quien no quiere la cosa, y tras conseguir acumular kilo y medio en un fin de semana debido a las celebraciones múltiples y las cenas con amigos, pues he decidido que me voy a tomar un rato para mí sola-sola-sola todas las semanas.
Que puede parecer que las madres tiene ratos para ellas solas, pero es mentira. O haces una búsqueda activa, pero que muy activa, o acabas yendo al Eroski con las platas de las mechas puestas, a poco que te dejes presionar. Yo es que el momento del tinte lo llevo fatal, peor que mal, y bastante sufro con esa...porquería en la cabeza, como para lucirlo por ahí. El problema con el tinte es que la cosa va así (varones, enteraos, y luego se lo decís al macizo que a mí no me hace caso):
Primero, te cepillan el pelo. Bueno, una lo lleva cepillado de casa y esto no es lo peor. Es chungo porque ya vas adquiriendo un aspecto poco... poco.... poco tú, vaya, pero aún estás en una fase aceptable y si hay un incendio puedes salir y preservar tu imagen con bastante garantía.
Luego, para evitar teñirte hasta el alma, cogen un aceite que es como un gel, pero que cuando se caliente sobre tu piel chorreará y será una mierda absoluta, y te untan a base de bien todo el perímetro alrededor de la raíz del pelo: frente, orejas, nuca... Esto ya va creando la primera capa de mecagontó del proceso, que si además ocurre en invierno, por muy a tu tono que te maquilles, a poco que lleves colorete se redondea con unas ronchas de color claro (o sea, de tu color invernal) que aparecen cuando quitan el maquillaje con la porquería ésa.
Acto seguido, empiezan a darte el tinte asqueroso por la raíz; te hacen rayitas en el pelo, y te van dando brochazos con una crema inofensiva, clarita, que no parece mala, pero que al pasar unos minutos va cogiendo un color inmundo, oscuro, a ronchas sobre el aceite. Mientras, como quieres teñir la raíz pero no tooooodo el pelo, que está teñido en ocasiones anteriores y no lo quieres quemar, pues te van dejando los pelos enmarañaos sobre la cabeza, como si fuera un nido tremendo (tengo el pelo muy, muy largo) y con las raíces, recordemos, llenas de tinte y de aceite. Has llegado a un punto de no retorno: como haya un incendio, es muy posible que los bomberos te tengan que sacar soltándote con cortachapas de una viga a la que te hayas aferrado, porque no hay otra manera de salir así a la calle. Bueno, el otro día ví a una valiente fumando de esa guisa en la puerta de una pelu, que ganas me dieron de hacerle una foto, la verdad...
Bien, con el nido, la mierda de unte y el aceite, una capa de tela que te cubre tooodo el cuerpo, una toalla por los hombros cogida con una pinza, y la bata que te ponen debajo del todo para no jorobarte la ropa, te plantan bajo una maquina para dar calor al tema y que se anime y la cosa dure lo menos posible. Esto, si no te das mechas.
Si te das mechas, primero te cogen pelitos de tres en tres, los ponen sobre un papel de plata, dan el unte, pliegan y pasan a otra mechita. Luego, con aquello de esa guisa, y la cabeza llena de sobrecitos de plata pegados a ti que pareces un disfraz ochentero de la guerra de las galaxias, es cuando te dan el tinte por las raíces y te crean el nido-truño aderezado con las platitas. Una pena. Y de ahí pasar al secador, o calentador, o lo que sea eso. Luego, tras media hora, o no sé cuánto porque pierdo la noción del tiempo ante el espejo, con esa...pinta, y un foco cenital que marca ojeras, bolsas, piel verdosa y no sé cuántas cosas más, y de ahí que se comprenda que se me haga eterno, pues te sacan y te lavan. Luego te peinan, pero nunca, jamás, en toda mi vida, me ha gustado cómo me peinan en la pelu. Me aliiiiiiisan y parece que me hubiera lamido una vaca, sufro horrores pensando todo el rato trae chata déjame a mí el secador y ve a otra cosa. Y todo ello lo hago con un ojo en el reloj para aprovechar e ir por los niños a la salida del cole. Siempre salgo de allí disparada, intentando disimular los ronchones del aceite en el maquillaje, con el pelo lacio y renegando de la KK de herencia que me dio las canas, vía paterna añado, que mi madre tiene menos que yo :P Y eso que tengo pocas, verás tú de la que se anime...
Bueno, pues a esta experiencia acudo cada seis semanas, más o menos, y siempre me toca aguantar al macizo la frasecita: vaya vida que te pegas. Joder. También suele decirla cuando voy a depilarme. Sobre la primera no hay contestación, la cosa no da pa mechas y tintes (jejeje), pero sobre la segunda le he ofrecido varias veces cogerle hora, para que se relaje mientras una señorita le planta una banda de cera en la ingle, y delicada y firmemente hace RAAAAAS y se la retira de un tirón mientras él se va relajando, esperando tranquilamente que retoquen esa ingle y pasen a la otra, a la axila, la otra axila, una patita.... pero la verdad que el pobre es un sacrificao y se niega una y otra vez, no sé por qué.
Yo, mientras, me he reservado una hora los lunes y otra los jueves para ir poniéndome a punto para el verano, a ver si se arregla lo del último embarazo, porque no sé cómo lo hacen las que lo hacen bien y están estupendas pitando, pero yo soy del otro grupo. Verdad que no me he esforzado mucho. Verdad que tampoco me puedo quejar. Pero yo, por si acaso, me reservo mis dos horitas semanales y si la cosa no pita, al menos que me quiten lo bailao :)
PD: fotito del escaparate de Marisol, mi tienda estrella; siempre encuentro algo allí...
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