jueves, 2 de febrero de 2012

de lagartijas y de números



La lagartija transmutada en humano que es mi primogénito me ha dicho que las deportivas que le compré en septiembre le aprietan. Claro, era de esperar. Son un 39.5 y el muchacho necesita ya un 40 largo, y además tiene el pie que parece Frodo de lo ancho que es.

Yo ya estoy resignada, porque el niño este verano ya andaba justito con el 38, ¡¡pero es que ya le tengo que comprar el 41!! Cuando deja algo por ahí (que es siempre), hasta su padre piensa a priori que es de él y no del niño.
Me llega a los ojos, y cuando me pongo tacones y se pone a mi lado me mira con recelo, luego me mira los pies y dice como para sí mismo "¡ya decía yo...!".
También le ha dado por no dejarme llevar bolsas. Su padre la verdad es que es capaz de cargar como si tuviera ocho brazos para no dejar que nosotros lo hagamos, y desde que estuve embarazada de la enana el crío cogió la manía y ahora tenemos que discutir cada vez que hay bolsas de por medio. Porque acaba con el carrito de la mochila y con todo lo que se tercie, y yo con las manos vacías.
Nada, que se está haciendo mayor. Este mes que estrenamos lo empieza con 10, pero lo acabará con 11. Es nuestro aniversario, hará 11 años que nos estrenamos como padres.
Como éramos novatos-novatísimos, o mejor lo que haya antes de novatos, y el niño también en esto de enseñar a padres, la verdad es que creo que hemos sabido hacerlo todo mejor a medida que hemos ido teniendo a las niñas. Con el mayor hemos ido aprendiendo qué hacer y qué no, y por tanto no es justo decir que ha sido el más movido. Que lo es, pero también es verdad que hemos aprendido mucho con él.
Tanto, y tanto nos gustó nuestra nueva vida de padres en la que él nos metió, que de ser yo una persona que no quería tener hijos pasé a ser una madre que quería repetir la experiencia sin dudarlo.
Es gracias a todo lo que él supuso y supone que hicimos crecer la familia.
Y cuando llegó su hermana, todo fue incluso mejor.
Y fue gracias a ambos que hubo una tercera que es graciosísima.
Y menos mal, porque la lagartija transmutada crece y crece...
Mientras al macizo con tres no le basta. Me pone ojitos diciendo ¿y lo bonita que es la casa con niños? y no consigo que entienda que no me apetece que el mayor tenga 15 años y yo embarazada. El joío del macizo alude lo de las limitaciones autoimpuestas que en mala hora acuñé (ya lo conté en el post "de limitaciones y elefantes") y que el muy caradura plagia. Y menudo como plagia.
En fin.
Yo le he pedido a Iratxe que si ve que flaqueo me llame al orden. El otro día flaqueé (un poquito, un sí es no es, pero rápidamente se lo conté, que para eso están las amigas). Ella me dijo: "sólo te voy a decir una palabra: ¡¡embaraaazooo!!!" pero lo dijo con el sonido de los fantasmas de los dibujos animados.
Jo. He parido hace 13 meses, así que esa palabra es determinante. Ya me dio el bajón y estoy preparada para resistir férreamente ante la insistencia del mini-ejército que el macizo y sus huestes pequeñajas componen.

PD: la del dibujo soy yo. Me ha dibujado mi sobrina, y me ha puesto hasta pendientes. Queda dicho.

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