sábado, 25 de febrero de 2012

Italia, ah, Italia...!!! Me he liado otra vez



Ya me he vuelto a liar.
No sé si la culpa es de Icíar, o sólo mía, pero me ponen un trapito y allá que voy, burra-burra, sin control...

Resulta que Icíar sabe mucho de Italia, y liandito liandito, llevamos una temporada hablando de recetas italianas, y trajo Frappe y lo probé y me salté (un mordisquito sólo) la dieta, y me piqué y me piqué... y me he comprado una máquina de cortar pasta.


Me dijeron que comprara una Imperia, y allá que me fui yo como Garbancito, repitiendo el mantra impeeeeria-impeeeeria-impeeeeria hasta mi destino.

Bueno, encontrar las máquinas estas en un gran almacén tiene su enjundia, mientras correteas de pasillo en pasillo en pos de una ocupadísima dependienta que le enseña sartenes a una señora, una detrás de la otra, y le cuenta ...¿qué coño se puede contar de una sartén que dure mas de un minuto?????, pues eso, que yo tampoco lo sé así que no tengo ni idea de lo que la dependienta le contaba a la otra, pero perdí la esperanza y me dejé derivar, revoloteando entre cositas tentadoras de ésas que allí parecen pequeñas, pero cuando las llevas a casa adquieren su verdadera dimensión y no caben en ninguna parte.

En cuanto vi a una dependienta que hacía una pausa para tomar en sus manos otra sartén, o bandeja, o cualquiera de estas cosas que yo creía que se vendían sin más, sin cursillo ni nada... bueno, pues en cuanto la vi me lancé en plancha contra ella; holabuenasdisculpeunmomentoporfavor, mepodriadecirdondeestánlásmáquinasparahacerpasta??? así, de seguido que coger una sartén de un gancho tampoco les lleva tanto rato, y cara encantadora esperando la respuesta. Convenientemente guiada, me dirijo a la mesita esa que me dice, empujando la silla de la bebé, y sorteando un montón de obstáculos de loza, porcelana y cristal que ganas me dieron de darles un empujoncito para que aprendan a fomentar la accesibilidad. Leches.

Llego, y veo varias marcas. Imperia, leo. ¡Imperia!, pues nada, a por ella. Joé, un pastón. Anda, aquí hay otra diferente que cuesta la tercera parte. Ahí va, esta otra cuesta la mitad. Y cómo se parecen todas...

Y pasa una dependienta que comete un error: me mira a los ojos. Esta no ha estado en Nueva York, me digo yo, que decían que no había que parecer turista ni mirar a los ojos que eso te daba problemas. Bueno, yo tampoco he estado, pero ésta ha caído. Hale, al ataque.

Y le ataco. Le pregunto por la máquina y me dice que sí, que me puede ayudar. La verdad que la mujer fue encantadora, pero el diálogo era de cámara oculta (ah, pero ha dicho un Señor Juez que ya no hay cámaras ocultas, así que yo, relajada). Me enseña el bicho carísimo. Yo le enseño el baratísimo. Me dice que son iguales, que hacen lo mismo. Ya, claro, coño, cortar pasta en tiras, ya veo que hacen lo mismo, pero alguna diferencia, aunque sea enana, algo habrá ¿no? Pues que no. Saco la tercera máquina, ¿y ésta? pues que hace lo mismo. Don't kill me, digo yo que si te dan algo por 70, 110 y 210 euros, algo-algo-algo de diferencia habrá. ¿?

Pues ni idea. Entonces nos pusimos ella y yo a investigar, y la de 100 euros hacía 6 tipos de corte y las otras dos, 4 tipos. Con este agudísimo criterio hice mi elección, y ahora tengo el bicho en casa y a todo mi entorno amenazao con comer ravioli, tortellini y todas esas cosas rellenas con todo lo imaginable. Ayer probamos espaguetis para los herederos. El mayor, que es muchas cosas pero no un gran comedor, dijo que "parecían intestinos delgados" y lo dejó a medias. La verdad que el angelito está creciendo, y se nota en que sus excusas son más elaboradas, y creo, incluso, que denotan una amplitud cultural de la que debería enorgullecerme. Si no fuera porque las comidas son una pesadez.

Mientras, Icíar me ancla en la realidad proporcionándome recetas de verdad, que se las dan desde Roma, a ver si así no intoxico a nadie con mis experimentos. Anoche me desvelé y no hacía más que pensar en el rodillo dale que te pego a los ravioli. Mañana vienen a comer amigos a casa, para probar... yo les he dicho que hay pasta, y no vienen engañaos, pero ya veremos cómo acaba el asunto...

PD: foto de un plato delicioso, pero sobre todo vistoso, en un restaurante con dos estrellas Michelín, el Azurmendi. Igual debería escribir una crítica, lo voy a pensar...



1 comentario:

  1. Hola,
    Somos los amigos que fuimos a comer la pasta, pues bien, estaba estupenda, deliciosa, un manjar de reyes... Y dicho esto... ¿Cuándo es la próxima?

    I3.

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