Un blog escrito desde Bilbao, para hablar de las cosas que pasan, de salir con niños, de qué hacer un domingo lluvioso, de libros, de si combinar o no el bolso con los zapatos, para reírme de las pequeñas anécdotas que nos deja cada día, de todo en general... Sobre todo, un blog para aprender de qué va esto de los blogs...
jueves, 16 de febrero de 2012
estrenamos etiqueta, qué sacrificio...!
Jueves. Qué bien. Ya podía haber un puente, que entre ir y venir a trabajar, al cole y a extraescolares estoy agotada. Bueno, si le sumas biberones a las cuatro de la mañana igual hasta es lógico que la semana empiece en lunes, y ya esté cansada; el martes muy cansada, y el miércoles agotada.
Claro, como hoy es jueves...
Lo bueno es que mañana me voy a cenar con unos amigos. Esto, claro, no va a contribuir a que esté menos cansada, pero me lo habré pasado bien. Mejor que cambiando un pañal cagao. Que no diré yo que no tenga su encanto, sobre todo cuando los bebés crecen y ya no hay pañales en casa y te acuerdas arrebolada de lo bonito que era un bebé en casa, obviando obviamente los obvios momentos de pedos (educadamente llamados cólicos, porque en efecto son dolores de colon porque dentro hay pedos), de hambre que no puede esperar, de tetas tipo vaca lechera, y de alegrías sin fin que no te parecen tan alegres cuando las estás viviendo. Será el cansancio. Bien es verdad que yo con la tercera lo llevo mejor. Será la tolerancia. Vamos, que me estoy acostumbrando y ahora cuando duermo tres horas seguidas ya me parece que ha sido buena noche.
Estoy exagerando. Pongamos que suelo poder dormir cuatro horas seguidas. Algunas noches. Unas pocas noches. Y además hay noches que tras dar bibi me vuelvo a dormir. No todas. Algunas.
También las hay que le doy una coz al macizo y le da el bibi él. Muy pocas.
Es curioso, esto. Cuando mis hijos han sido bebés, el macizo no los oía. Ya puede el bebé montar la de San Quintín, que el macizo respira hondo y ni se entera. Eso sí, cuando el bebé va creciendo, duerme en su cama y va cogiendo el truco, no me llama a mí. Le llaman a él. Y yo soy quien ni se entera.
Yo lo achaco a que he pasado tantísimas noches de guardia, que aprendieron que llamarme a mí no era garantía de nada, ni nada rentable, y llamándole a él era más fácil acertar.
En fin, que yo sufro ahora pero luego le tocará al macizo (jejejeej)
Iba yo al plan. Que me voy a cenar por ahí con unos amigos y estamos eligiendo sitio. Y estoy pensando que no he abierto ninguna etiqueta de restaurantes en el blog, así que pretendo subsanar mi descuido. Claro que en lugar de empezar ahora a recomendar sitios a lo tonto, igual mejor lo dejo para cuando vuelva de la cena de mañana, porque si tengo que contar los que conozco...¿por dónde empiezo?
Así que atentos, porque me sacrificaré (mucho, muchísimo) y saldré por ahí de cena y tal (con mucho dolor y sacrificio, como se ha dicho) para poderlo contar en plan last minute version, no sea que recomiende un sitio donde haya estado hace un año y hoy en día haya cambiado radicalmente. Que Bilbao es una locura, una vorágine, un no-parar de cambios, un derroche de energía, y te cambian un restaurante en un ti-tá.
¿O no?
PD: la foto es de la puerta de un bar de Bilbao. Qué educados. Tienes un bar, los perros te mean la puerta y no pones un cepo para pitos de perro, ni para pitos (o pitas) de dueños de perro (o dueñas). La gente es muy considerada. Yo por eso no tengo un bar.
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